viernes, 11 de mayo de 2007

Bicivoladores

En el patio de mi casa, al fondo, hay un cadáver ciclístico. Está al lado de la tapia, cerca de unos siempreverdes y el álamo. No sé por qué quedó ahí. Era de color rojo, yo creo que era tipo rojo tomate. Y no era mía.
Aprendí a andar en bici como a los diez años. Encima en una bici que mi hermano ya había destrozado. En el patio había una bajadita y ahí practicaba... Yo creo que el asiento estaba en un 70% y los frenos habían muerto hace tiempo. Aunque... no eran necesarios porque con el asiento lo más bajo posible, me descolgaba ante cualquier amenaza de caída. Claro que no siempre salía airosa, jajaja.
Cuando nos juntábamos los primos salíamos a dar vueltas. Nos gustaba ir por el barrio IPV, en esa época lo estaban haciendo -a fines de los 80-. Nunca me voy a olvidar que yendo para allá, en plena bajada de la avenida 25 de Mayo -ahora está asfaltada por ser acceso al pueblo y entonces no había muchas casas o locales- justo cuando agarrabas máxima velocidad... se me salió la cadena!! Suele suceder, ¿no?
Lo mejor era cuando había que ir para el centro... Entonces salías en tu bici, subías la plaza y rodeabas la fuente y de ahí por la calle Maestro David Carnero. Una cuadra y estabas en la Salta, calle del Banco. Ahí, arriba de la vereda, cortabas camino y salías a la General Paz, pasabas frente a la Terminal, y en la 25 de Mayo, siempre por la vereda roja y ancha, cruzabas la confitería y el Club Social, hasta los turcos o donde fuera por ahí. Apoyabas la bici en el borde o la estacionabas cerca. Nadie te la iba a llevar!
La plaza estaba buena para dar vueltas: alrededor de la fuente o del mástil. Cuando mi mamá compró la rojita, que era una señora bicicleta, las indicaciones del caso. Pero mi hermano no le llevaba el apunte; cuando bajaba por la plaza, se sentía el ruido nomás... Ya en secundario... Cuando salíamos con las chicas, yo la llevaba a mi prima... Que me llevaran a mí, lo dudo, ni a palos, más inútil... Esto me hace acordar cuando éramos chicos con mi hermano nos íbamos en bici a jugar a la casa de una amiga de mi mamá -estaban de visita sus sobrinos-. Allá fuimos, era casi la siesta... No sé qué quisimos inventar... Mi hermano manejaba y yo iba sentada pero mirando para atrás... Así terminamos... un golpazo. Lo grave fue que perdimos unas piezas del ajedrez -con imanes- que llevábamos. Nos dimos cuenta tarde y tuvimos que volver a buscarlas. Todavía está ese ajedrez, completo.
En el secundario, a todos les daba risa la bici roja. Si hasta le habían puesto apodo y todo. Le decían "la guampuda", por su prominente manubrio. Sobre todo mis compañeros... Una vez, cuando estábamos en el club Atlético preparando un bailable de 5º año, los mozos me desinflaron la bici... Bien que la usaban para ir a buscar alguna cosa que hiciera falta.
Hace varios años que tengo otra, una de color casi púrpura, podría decirse. Está buena pero no es confiable, cuando la querés usar nunca está en condiciones. Tiene canasto y le pusimos una sillita atrás para llevar a los sobrinetes. No la uso casi nunca. Esa es mía. Ahora tenemos en total unas cuatro, de distintos tamaños. Al igual que el auto, duermen todo el tiempo...

No hay comentarios.: