No sabés bien, pero a esta semana la venís pasando a puro barro. El lunes, almuerzo con los profes. Ya estábamos volviendo -haciéndote la corajuda aunque ya habías manoteado un arbolito de la vereda- te llaman para que subieras a la camioneta de la parroquia. Despacito, volviste, cerraste el paraguas y cuando ya estabas a casi un metro... pegaste un patinadón y ahí quedaste, sentada en el barro, mientras seguía lloviendo. Unos segundos sin reaccionar. Chau zapatillas, bolsito, pantalón y campera. Tu mano tiene el raspón todavía. Llena de barro no sabías por dónde empezar, jajajaj... Todos preocupados preguntaban si te habías golpeado, mientras vos te cagabas de risa y no sabía cómo hacer para no embarrar la camioneta ni a las otras profes que venían. No se salvó ni el paraguas, que minutos después dejaste en el patio para que se lavara. Cuando te acordaste a la noche, el tipo se había desplazado unos metros, pero estaba sano y a salvo -de los canes, obvio-. Qué manera de reírte, hacía mil años que no te caías... Aunque más tarde te dolía todo el esqueleto... Ayer, con el solcito y el barro secándose, todo en orden, toda la ropa tendidita en el patio. Esta mañana... No podés tener tanta mala suerte de ir por la vereda y que pase una camioneta -que quería adelantar a otra- piloteada por un infeliz que agarró el único -y mísero- charquito que había cerca del cordón cuneta... El insulto, rápido y poco académico. Y otra vez el mismo pantalón! Encima andaba con el mismo bolso...
1 comentario:
:D :D :D
Publicar un comentario